ODA A LA FLOR AZUL
Caminando hacia el mar
en la pradera
-es hoy noviembre-,
todo ha nacido ya,
todo tiene estatura,
ondulación, fragancia.
Hierba a hierba
entenderé la tierra,
paso a paso
hasta la línea loca
del océano.
De pronto una ola
de aire agita y ondula
la cebada salvaje:
salta
el vuelo de un pájaro
desde mis pies, el suelo
lleno de hilos de oro,
de pétalos sin nombre,
brilla de pronto como rosa verde,
se enreda con ortigas que revelan
su coral enemigo,
esbeltos tallos, zarzas
estrelladas,
diferencia infinita
de cada vegetal que me saluda
a veces con un rápido
centelleo de espinas
o con la pulsación de su perfume
fresco, fino y amargo.
andando a las espumas
del pacífico
con torpe paso por la baja hierba
de la primavera escondida,
parece
que antes de que la tierra se termine
cien metros antes del más grande
océano
todo se hizo delirio,
germinación y canto.
Las minúsculas hierbas
se coronaron de oro,
las plantas de la arena
dieron rayos morados
y a cada pequeña
hoja de olvido
llegó una dirección de luna o fuego.
Cerca del mar, andando,
en el més de noviembre,
entre los matorrales que reciben
luz, fuego y sal marinas
hallé una flor azul
nacida en la durísima pradera.
De donde, de qué fondo
tu rayo azul extraes?
Tu seda temblorosa
debajo de la tierra
se comunica con el mar profundo?
La levanté en mis manos
y la miré como si el mar viviera
en una sola gota,
como si en el combate
de la tierra y las aguas
una flor levantara
un pequeño estandarte
de fuego azul, de paz irresistible,
de indómita pureza.
PABLO NERUDA
Seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto
Parral, Chile, 1904 - Santiago de Chile, 1973
UN HOMBRE MIRA A OTRO EN LA VENTANA
Un hombre mira a otro en la ventana;
a otro hombre sentado junto a otra ventana silenciosa,
su mirada en la página y el aire
solemne con que lee ahora una línea
buscando un sol de invierno, unos caballos
galopando en la nieve, una mujer
hermosa e imposible i fugitiva,
la caricia del viento y la costumbre
o la detonación, el grito, el breve
latido en que la sangre se demora
suspendido y a punto,
y ahora sí,
el temblor de la piedra sumergida,
el aliento que vibra y se desboca,
la ciudad que aparece en la distancia.
Un hombre mira a otro en la ventana.
Escribe unas palabras. No sospecha
-más allá de la sangre y los caballos
y el viento y la mujer y aquel latido-
que los trazos que araña en el papel
son los versos que el otro lee ahora.
EDUARDO GARCIA
Sao Paulo (1965
Licenciado en Filosofía y profesor
de enseñanza media en Córdoba.
CUANDO SEPAS HALLAR UNA SONRISA
Cuando sepas hallar una sonrisa
en la gota sutil que se rezuma
de las porosas piedras, en la bruma,
en el sol, en el aire y en la brisa;
cuando nada a tus ojos quede inerte,
ni informe, ni incoloro, ni lejano,
y penetres la vida y el arcano
del silencio, las sombras y la muerte,
cuando tiendas la vista a los diversos
rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
sea como potente microscopio
que va hallando invisibles universos.
Entonces en las flamas de la hoguera
de un amor infinito y sobrehumano,
como el santo de Asís, dirás hermano
al árbol, al celaje y a la fiera.
Sentirás en la inmensa muchedumbre
de seres y de cosas tu ser mismo;
serás todo pavor en el abismo
y serás todo orgullo con la cumbre.
sacudirá tu amor el polvo infecto
que macula el blancor de la azucena,
bendecirás las márgenes de arena
y adorarás el vuelo del insecto;
y besarás el garfio del espino
y el sedeño ropaje de las dalias...
y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino.
ENRIQUE GONZALEZ MARTINEZ
Guadalajara (México) 1871 - 1952
Médico, miembro de la academia mexicana
de la lengua.
Fundó la revista Argos.
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